DESCRIPCIÓN: |
En Meteorología es muy importante el concepto de humedad
del aire atmosférico, que la definiremos como el "contenido de vapor de agua en
el aire". Existen varios métodos de medir la humedad, siendo el más usado, y
probablemente el más representativo, el de humedad relativa, que es "la
relación porcentual entre la cantidad de vapor de agua que tiene el aire y el máximo que
podría contener a una temperatura y presión determinada". Para al ser humano lo
ideal es que se encuentre entre el 50 y el 70%.
En los observatorios meteorológicos se utiliza para medir la humedad relativa del aire,
la tensión del vapor y el punto de rocío, el psicrómetro. Este aparato consta de
un par de termómetros iguales, cuyos depósitos se mantienen, el uno seco -"termómetro
seco", que mide la temperatura del aire- y el otro llamado -"termómetro
húmedo"-, tiene el depósito recubierto con una vaina de muselina humedecida por
medio de una mecha que la pone en comunicación con un depósito de agua destilada. Viendo
la diferencia de medida que existe entre ambos y con la ayuda de unas tablas para cada
lugar de observación, se establece el valor de la humedad relativa.
El funcionamiento es fácil de comprender: el agua que empapa la muselina se evapora, y
como para ello necesita calor se lo roba al termómetro, cuya temperatura, naturalmente,
baja. El agua evaporada es reemplazada por la que llega a través de la mecha. El
transporte se ajusta automáticamente, estableciéndose un régimen estacionario
dependiente de la velocidad de evaporación, en el cual llega al termómetro exactamente
la misma cantidad de agua que se evapora; ni más ni menos.
Ahora bien, la velocidad de evaporación, o sea la cantidad de agua evaporada depende de
la humedad relativa del aire, pues si el aire está saturado es evidente que no podrá
admitir ninguna nueva cantidad de vapor, mientras que si está muy seco la evaporación
habrá de ser muy activa. Por otra parte, el descenso de temperatura provocado por la
evaporación depende, a su vez, de la velocidad de ésta, pues también por este lado
llega a establecerse un equilibrio estacionario entre el calor perdido a causa de la
evaporación y el recibido del exterior y el descenso de temperatura no progresa
indefinidamente, sino que se detiene en un punto más o menos bajo. En resumidas cuentas:
el descenso de la temperatura depende de la humedad relativa y de la temperatura del aire,
pero por desgracia no hay proporcionalidad.
La instalación del psicrómetro es muy sencilla. Los dos termómetros que lo forman van
colgados verticales y paralelos de un soporte especial que les deja lo más libres posible
a fin de que gocen de una buena circulación de aire. El depósito de agua destilada puede
ser un largo tubo encorvado abierto por ambos extremos; por el agujero inferior penetra la
mecha de algodón que debe llegar hasta la mitad del tubo; el agujero superior lleva un
tapón y sólo se abre para cargar el tubo de agua. Sin embargo, es suficiente usar un
pequeño frasco de boca ancha dentro del cual va metido uno de los extremos de la mecha.
El empalme entre la mecha y la muselina debe hacerse de manera que la mecha no «abrigue»
el depósito del termómetro; tampoco la muselina debe dar más de una vuelta a su
alrededor, pues se empaparía demasiado. La muselina debe cambiarse con más o menos
frecuencia, según los lugares; cerca del mar se cubre de una costra de sal que la deja
inservible en pocos días. Al efectuar una observación nunca debe estar seca.
Los dos defectos que puede sufrir el termómetro húmedo son que esté demasiado seco o
demasiado mojado; en ambos casos el error que resulta es del mismo sentido, dando valores
de la humedad demasiado altos, pues si está seco la evaporación es insuficiente y el
descenso de temperatura demasiado pequeño, y si tiene un exceso de agua tiende a señalar
la temperatura del agua que difiere muy poco de la del aire; en ambos casos habrá
disminuido la diferencia de temperatura entre los dos termómetros y resultará, como
decimos, exagerada la humedad relativa. «Un psicrómetro no da. nunca humedades demasiado
bajas»; si se observan humedades muy bajas hay que admitidas como verosímiles; en
cambio, si resultan muy elevadas, cabe sospechar del aparato, hay que vigilarlo; la
muselina debe estar húmeda, pero no debe chorrear.
Para efectuar una observación se abre la garita termométrica donde está instalado el
psicrómetro, y se leen las dos temperaturas lo más rápidamente posible para evitar la
influencia perturbadora del cuerpo del observador, y se halla la diferencia entre las dos
lecturas.
Si es de noche hay que servirse de una lámpara eléctrica de bolsillo, que se mantendrá
encendida el menor tiempo posible, sin acercarla al aparato más de lo indispensable.
Cuando la temperatura del termómetro húmedo baja de cero grados el agua se hiela. Para
que la observación esté bien hecha debe formarse alrededor del depósito una vaina de
hielo delgada y homogénea; si es preciso, se vierten sobre el depósito,
"suprimiendo la muselina", con una pipeta, unas gotas de agua que se hielan
inmediatamente, formando la mencionada vaina. El resto de la observación se termina como
de ordinario. |